miércoles, 6 de noviembre de 2013

Quince días...





Quince días. Suficiente para crear una rutina. Suficiente para necesitar algo o a alguien, para que se funda en nuestro paisaje cotidiano y lo extrañemos si no está. Quince días. Un período de tiempo que se repite casi de forma rítmica. Un te doy y un te quito que, según los principios del condicionamiento operante, puede volvernos locos porque creamos rutina en quince días, pero necesitamos mantenerla para seguir cuerdos. Quince días, tiempo suficiente para necesitar algo, o a alguien, tiempo insuficiente para asentar comportamientos o estados de ánimos. Como encender sin parar cerillas pero nunca para encender un fuego. Solo por el placer de ver la pequeña explosión, para luego dejar la cerilla quemada en la mesa, junto al cadáver de otras tantas cerillas calcinadas. Quince días. Si nos los van a quitar, ¿preferimos probar el sabor de esos quince días?

-N/GON-

No hay comentarios:

Publicar un comentario